Durante los días previos a la conmemoración del Día Internacional de la Mujer recibí por distintos medios de comunicación un sinfín de ofertas, promociones y descuentos destinados a mujeres para “celebrar” su día, instancia que me hizo reflexionar respecto a varios aspectos que me gustaría compartir.

Lo primero que me viene a la mente es como, a través de la publicidad, vamos creando estereotipos de lo que es bueno, deseable y lo que necesitamos consumir. En televisión nos bombardean con publicidad sobre cremas y tratamientos estéticos, diciéndonos que debemos ser eternamente jóvenes, tener la piel tersa y perfecta; nuestro pelo no admite canas; y nuestro cuerpo no debe mostrar señales de cambio; las estrías son indeseables. Si bien cada consumidora es libre de adquirir estos productos, no es menos cierto que cuando vemos a la actriz famosa, linda y perfecta nos dan ganas de ser como ella porque al final del día, es para allá donde debemos apuntar.

Por otro lado, el creciente movimiento de reivindicación de los derechos de las personas y la equidad de géneros ha tenido otro efecto interesante en la publicidad y las estratégicas de venta de las marcas, siendo así como, por ejemplo, hoy vemos en los comerciales de productos de limpieza o alimentos a hombres y mujeres en roles tradicionalmente asociados a lo femenino, lo que ha realzado la figura del hombre que trabaja en casa pero aun deja muy atrás a la de la mujer que adopta espacios tradicionalmente considerados como masculinos como la construcción, ¿Cuántas veces vemos a una mujer en un comercial de herramientas o tiendas de construcción haciendo algo que no sea decorar?.

Por último, y relacionado estrictamente con este día aparecen las ofertas especiales, una hamburguesa 8M, desayunos especiales para el día, ofertas de flores, descuentos en chocolates y un largo etcétera de productos que llevan la leyenda “Día de la Mujer”, generando una necesidad de consumo que no contribuye en nada a la instalación de la discusión que la conmemoración de este día persigue; de más está decir que hace años venimos diciendo que no queremos flores ni chocolates sino derechos; y que feliz va a ser el día en que estemos todas; sin embargo, parece que hablamos con la pared.

Pero, ¿qué podemos hacer como mujeres y consumidoras ante estos discursos? En primer lugar, como mujeres  debemos cuestionar el estereotipo de lo deseable y alimentar la seguridad de las nuevas generaciones, enseñando que existen distintos tipos de cuerpos, que estos no son perfectos y que no es necesario aspirar a estos modelos para ser validas en la sociedad; que podemos asumir los roles que queramos; que tenemos derechos humanos fundamentales y que somos las únicas que podemos decidir hacia dónde queremos que apunten nuestras vidas; que exigimos equidad y seguridad. Por otro lado, como consumidoras, debemos alzar la voz y hacer consiente a las empresas de nuestras ideas, castigando a aquellos proveedores que no comprenden y lucran con nuestras ideas, y premiando a aquellos que entienden hacia dónde vamos. Cuestionemos también a esos que limpian su imagen con las “causas de moda” y revisemos si esa tienda que presenta historias de mujeres exitosas tiene también políticas laborales que persigan la equidad que nos venden en la publicidad, o si la empresa de telecomunicaciones que se vende como inclusiva y revolucionaria considera entre sus trabajadores las necesidades de los grupos vulnerables.

Para terminar la invitación es a seguir trabajando por la equidad y la inclusión desde todos los frentes, para que podamos tener una mejor sociedad y, en nuestro caso, una economía respetuosa de nuestros derechos humanos.

 

Katterine Muñoz Beltrán

Jefa de Programa y Campañas 

FOJUCC Chile